“El Fechador: arte, fecha y carcajada”
Hasta hace poco, el fechador era un ser gris. Un aparato aburrido, relegado al fondo de oficinas públicas, condenado a marcar recibos vencidos y carpetas con olor a burocracia. Nadie lo miraba dos veces. Era el encargado de decir: “Hoy es hoy”, pero nadie le agradecía nada.
Hasta que un día, el arte lo descubrió.
Fue en una exposición caótica de un artista desconocido —alguien que usaba espaguetis crudos como pinceles— donde, por error, dejaron un fechador sobre una mesa. Una niña de seis años, confundida por tanta instalación moderna, estampó la fecha sobre una hoja en blanco.
“19 JUN 2025”.
Y todos quedaron en silencio.
El curador, que había estado disimulando su desconocimiento, gritó:
—¡Una obra espontánea! ¡Una irrupción cronológica en el lienzo de lo eterno!
Desde ese día, el fechador cambió de categoría. Pasó de ser utilería de escribanía a herramienta de arte subsencial.
Ya no era un sello: era un oráculo temporal.
Porque entendimos algo crucial: la fecha no es solo cuándo se hizo la obra, sino cuándo quiso ser vista.
Una pintura de 2012 fechada en 2025 cobra otra dimensión. Una poesía fechada "mañana" es una promesa.
Y una escultura fechada "ayer" es un recuerdo que aún no tuvimos.
Los artistas empezaron a decir:
—¿Qué pinto hoy? No sé. Pero lo voy a fechar como si lo hubiera hecho cuando tenía cinco años.
—Este collage lo fecho dentro de veinte años, porque mi yo del futuro me va a entender.
La gente al principio se confundía. Algunos querían reclamar porque el fechador ponía “31 FEB 2030”, y no sabían si era un error o una crítica al calendario gregoriano. Otros lo tomaban como señal divina.
Los más avispados empezaron a fechar cosas cotidianas:
Pan con manteca: 05 AGO 2049
Ducha con lloradita: 12 NOV 2011
Mensaje no enviado: fecha sin fecha
Ahora el arte no se firma solamente: se fecha con intención emocional.
¿Te sentís lleno de esperanza? Fechalo para más adelante.
¿Una tristeza antigua? Fechala en el pasado remoto, antes de tu nacimiento, así ya viene con historia.
El Fechador, ese viejo aparato gris, ahora descansa con una vincha colorida y se hace llamar Maestro Cronos.
Trabaja freelance en ferias de arte, girando su ruedita con gracia, dejando huellas temporales donde antes había sólo presente.
Dicen que si lo encontrás y le pedís que feche tu día, te dirá:
—¿Hoy? ¿Seguro? ¿Y si lo fechamos como el día en que empezó todo de nuevo?