Hubo una vez un tipo excéntrico llamado Eusebio del Futuro, que, a pesar del nombre, vivía en una casa llena de veladores antiguos, teléfonos con disco y manuales de VHS. Eusebio tenía una startup que muchos creían irónica, pero él la tomaba muy en serio:
InnoVintage S.A. — “Innovaciones tan nuevas, que ya pasaron.”
Su eslogan era:
"No inventamos el futuro. Lo vendemos con polvo y gloria."
¿Qué ofrecía?
El AutoSilencio™: una máquina de escribir portátil. Según Eusebio, “¡Silencia todas tus notificaciones porque... no tiene ninguna!”
La Memoflash™: una libreta con birome. “Anotá lo importante, sin que Google te espíe.”
La Visión Remota™: binoculares. “¿Querés ver lejos? ¡Esto es 5G visual!”
La Red de Contactos™: una agenda de papel con elásticos. “¡Te conecta con más gente que LinkedIn si sos sociable!”
El Despertador Cuántico™: uno de esos relojes que suenan como una patota de duendes en huelga. “Despierta tu alma y tu pánico en segundos.”
Los clientes entraban confundidos y salían... más confundidos, pero felices. Había algo mágico en ese “futuro pasado”.
Un día, un influencer tecnológico pasó por la tienda, se rio tanto que lo posteó. Resultado: viral.
De repente, InnoVintage S.A. se llenó de hipsters, filósofos de Instagram y señoras que buscaban lo que ya habían tirado hace años. Eusebio vendía como pan caliente.
Pero la verdadera innovación llegó cuando Eusebio lanzó su obra maestra:
"El WiNoFi™"
Una caja de madera que, cuando la abrías, no hacía nada.
—“¿Y esto qué es?” preguntaban.
—“Paz mental. Desconexión absoluta. Y tiene aroma a lavanda.”
La caja se vendía por $349 dólares. Se agotó en 2 días.
Eusebio terminó dando charlas TEDx tituladas "El Futuro Tiene Moho, y Está Bien Así".
Moraleja:
A veces, el mundo avanza tan rápido que lo más revolucionario es... rebobinar el cassette.